Vivir el Día del Trabajo Social en Estado de Alarma

Emiliana Vicente, presidenta del Consejo del Trabajo Social, sobre el Día Mundial del Trabajo Social en tiempos de COVID-19     El pasado 17 de Marzo…

Emiliana Vicente, presidenta del Consejo del Trabajo Social, sobre el Día Mundial del Trabajo Social en tiempos de COVID-19

 

 

El pasado 17 de Marzo se celebró en todo el mundo el Día Mundial del Trabajo Social bajo el lema: Promoviendo la Importancia de las Relaciones Humanas. Parece casi profético en este momento que la Federación Internacional de Trabajadores sociales (IFSW) escogiera este lema previamente a la crisis del coronavirus. Sin duda, este es el Día Mundial más extraño que nos ha tocado vivir a las trabajadoras y trabajadores sociales desde su implantación global en 2008 en la Asamblea de la Federación Internacional de Salvador de Bahía (Brasil) por un doble motivo:

En primer lugar, por la declaración del Gobierno del Estado de Alarma en el que millones de personas en España se ven obligadas a no salir de sus casas. Tras algunos días de encierro, la sociedad parece percatarse de algo que en nuestra profesión es bien sabido: somos animales sociales, zoon politikón, que diría Aristóteles. Necesitamos salir y hablar las unas con los otros. Sentirnos. Tocarnos. Abrazarnos. Nos sentimos libres en sociedad, en comunidad, en grupo. Alcanzamos cotas inimaginables de bienestar en la medida en que somos capaces de sentir empatía hacia los demás, para trabajar juntos por el cambio y la justicia social.

Observamos como la humanidad comienza a recordar las cosas verdaderamente importantes: que el mercado se sustenta en el trabajo de las personas, que el dinero no te protege ante un enemigo invisible y que daríamos muchos de nuestros bienes materiales por abrazar a nuestros mayores, a nuestras familias, a nuestros seres queridos. El valor verdadero de las cosas lo determinan los seres humanos y, en este mundo neoliberal, competitivo e individual se ha valorado de forma errónea lo verdaderamente importante. Sin embargo, siempre lo hemos tenido muy claro desde mi profesión y lo hemos repetido una y otra vez: el trabajo social, siempre al lado de las personas.

 

Observamos como la humanidad comienza a recordar las cosas verdaderamente importantes: que el mercado se sustenta en el trabajo de las personas, que el dinero no te protege ante un enemigo invisible y que daríamos muchos de nuestros bienes materiales por abrazar a nuestros mayores, a nuestras familias, a nuestros seres queridos.  


En segundo lugar, ante esta emergencia sanitaria que tiene una deriva social de primer orden,  la profesión desde este Consejo General se moviliza de forma coordinada: de las recomendaciones ante la pandemia a la creación del Grupo Estatal de Intervención en Emergencias Sociales (GEIES);  coordinando las actuaciones con profesionales de los distintos grupos de emergencias sociales de los diferentes colegios profesionales de España. 

El Trabajo Social ha estado presente en todas las grandes emergencias sociales de este país: los atentados del 11-M en Madrid, los de Barcelona en 2017; en los desastres naturales por inundaciones  o incendios o en los trágicos accidentes ferroviarios o aéreos que desgraciadamente se repiten una y otra vez en toda la geografía española. Además nuestra profesión se recicla y se prepara para abordar cualquier situación de este calibre: realiza una formación continua en los ejercicios y simulacros de la Unidad Militar de Emergencias (UME) desde 2015. Somos parte activa entre las profesionales que trabajan con la UME, por ello, desde que se anunció el Estado de Alarma  se activó al Consejo como órgano asesor y a los respectivos colegios profesionales en sus respectivas Comunidades Autónomas.

Pero no solo eso. Mientras la población está confinada no podemos dejar atrás a las personas con menos recursos y más necesitadas: personas sin hogar, menores desprotegidos, centros de acogida, mujeres maltratadas, personas dependientes. Los servicios sociales no cierran. Las trabajadoras sociales somos la puerta de entrada al sistema y allí estaremos, recibiendo a las personas más vulnerables. Sin apenas medios, ni recursos. Somos el Cuarto Pilar del Estado de Bienestar y no dejaremos que nada ni nadie lo derribe.

 

Mientras la población está confinada no podemos dejar atrás a las personas con menos recursos y más necesitadas: personas sin hogar, menores desprotegidos, centros de acogida, mujeres maltratadas, personas dependientes. Los servicios sociales no cierran. Las trabajadoras sociales somos la puerta de entrada al sistema y allí estaremos recibiendo a las personas.


Si las profesionales sanitarias, entre las que también se encuentran trabajando muy duro muchas de nuestras compañeras, son la primera trinchera contra esta pandemia mundial, las profesionales de los servicios sociales, y de otros ámbitos, como el forense o las instituciones penitenciarias, están detrás de esta trinchera tratando de que los colectivos más vulnerables no queden fuera

No esperamos reconocimientos, ni medallas; a lo más, algún aplauso en nuestra intervención diaria. Porque, desde el trabajo social sabemos que, hoy más que nunca, siempre estaremos ayudando a quienes más lo necesitan. No solo durante la emergencia, sino tras ella, porque la crisis sanitaria y social que vivimos acentuará aún más las desigualdades sobre las que tendremos que intervenir como profesión en el futuro.

 

Emiliana Vicente, presidenta del Consejo General del Trabajo Social