Carmen Muñoz: «Este es el momento de estar: presentes, activos y transformadores»

Entrevistamos a Carmen Muñoz, directora sénior de Asuntos Públicos en la consultora Llorente y Cuenca. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y doctora…

Entrevistamos a Carmen Muñoz, directora sénior de Asuntos Públicos en la consultora Llorente y Cuenca. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y doctora por esta misma Universidad, es máster en Gestión Empresarial y Dirección de Comunicación por el Instituto de Empresa (IE) y en Dirección de Campañas Electorales por la Universidad Pontificia de Comillas (ICADE). Muñoz posee una amplia experiencia en el ámbito de las corporaciones profesionales de derecho público.

El informe Democracia o populismo: tendencias en los Asuntos Públicos 2023 identifica las principales tendencias al respecto. Buscando hacer un traje a medida, podrías extrapolar estas tendencias en breves pinceladas al ámbito de las corporaciones profesionales. ¿Dónde se ha de poner el foco?

Desde la perspectiva de las tendencias señaladas, nada de lo que está ocurriendo le es ajeno al entorno profesional. Más al contrario. Pero si tuviera que hacer hincapié en algún punto en especial diría que este es el momento de estar: presentes, activos y transformadores. Las organizaciones profesionales tienen una responsabilidad añadida a la hora de ayudar a la política pública a orientarse en un entorno tan complejo y cambiante como el actual. Que la estructura económica y social evolucione depende de las decisiones que tomemos y quién participe de ellas. Las estructuras y las instituciones, tal cual las hemos conocido, van a cambiar y las profesiones o deciden ser agente de transformación, y ayudar a sus profesionales a orientar el hacia dónde, con visión amplia y estratégica, o caminarán hacia la irrelevancia.

 

Sobre la materia en la que eres especialista, preguntarte: ¿la gestión de asuntos públicos se ha convertido en el principal agente transformador de la política pública y regulatoria de un país? ¿Cómo calificarías el impacto de una norma inadecuadamente diseñada? ¿Cómo podrían tener una mayor influencia en las decisiones públicas las corporaciones colegiales?

El gran debate que se abre es el de la calidad normativa. Ya hay estudios que señalan que el impacto de una mala norma o de una norma mal escrita es económico, pero también es un impacto en calidad democrática, seguridad jurídica y en convivencia. Luchar contra la obsolescencia regulatoria (fruto de políticas espectáculo, del cambio acelerado y de las contingencias) reta aún más al regulador y contribuye al desarrollo de la smart regulation, en la que las profesiones tendrán, si quieren, protagonismo. Las corporaciones profesionales, como el resto de entidades institucionales y empresariales, tienen mucho que decir en el diseño de las políticas. Tener influencia y ser relevante pasa necesariamente por elevar la mirada, salir del inmovilismo y querer ser parte de la solución y del cambio en marcha.

Las corporaciones profesionales, como el resto de entidades institucionales y empresariales, tienen mucho que decir en el diseño de las políticas. Tener influencia y ser relevante pasa necesariamente por elevar la mirada, salir del inmovilismo y querer ser parte de la solución y del cambio en marcha.



En el capítulo de dicho informe titulado `Más techie, más medible, más técnico, más de guerrilla: las 6 tendencias globales del lobbying en 2023´ haces uso de Chat-GPT, la última novedad en modelos de lenguaje por Inteligencia Artificial, para ofrecer una visión completa sobre el camino que seguirían estas tendencias. Tras haber hecho uso de la herramienta, ¿qué fiabilidad, beneficios y retos crees que puede traer consigo el desarrollo de este tipo de instrumentos en diversos ámbitos? ¿Qué potenciales ves para las profesiones?

No tengo la respuesta; sólo experimento y trato de entender, con muchas limitaciones, estas herramientas en un proceso controlado de ensayo y error. Desviar la mirada no evitará el desarrollo, mejora y crecimiento exponencial de este tipo de tecnologías que han llegado para quedarse y para cambiar, de mínimos, las rutinas laborales de las profesiones y su alcance. Todo aquello que contribuya a mejorar las capacidades propias es bienvenido. El ludismo no pudo evitar que la sociedad cambiará. Ocurrirá, con o sin el concurso de los profesionales y, en tanto que será así, creo que es buena opción tratar de que la tecnología siga estando al servicio profesional. También tuvimos que aprender a conducir el coche. Los democracy-affirming business, en versión USA, o el humanismo tecnológico, en versión europea, sólo serán posibles si tomamos responsabilidad activa en este proceso.

Quizás sea especialmente significativo el papel de las organizaciones profesionales en su función deontológica como garantía del buen comportamiento profesional, y también por atesorar una importante pericia profesional, conocimiento y experiencia. ¿Qué opinión tiene sobre la participación de las profesiones colegiadas en aquellos Comités de Ética que se encarguen de materias cuyas consecuencias no se pueden prever con claridad?

Si las organizaciones profesionales quieren ser parte de los comités de ética, lo que me parece de base bien, tendrán que hacer un esfuerzo mucho mayor para mirar la realidad no desde lo que era sino desde lo que es. Y ese es un reto que no es generacional, sino actitudinal. Ordenar ese proceso, hacerlo con garantías y romper el falso dilema de innovación y caos es absolutamente necesario, pero la legitimidad para hacerlo no la da la institución per se sino la comprensión del momento y la vocación y la responsabilidad con un futuro mejor. Dejar la distopía para la ficción depende más que nunca del concurso profesional.

¿Por qué es tan importante la transparencia y la regulación de la actividad de los grupos de interés en el sostenimiento de un sistema democrático? ¿De qué manera la medición de impacto de la gestión de asuntos públicos contribuye a que las corporaciones sean más transparentes?

Nos hemos pasado los últimos veinte años profesionalizando la labor de los asuntos públicos y ahora estamos enfrentados al reto de medir el impacto de la actividad en distintas dimensiones. Intuitivamente, la actividad del lobby impacta en negocio, reputación y ESG. Factualmente, un buen lobby contribuye a una mejor calidad de la regulación y de las políticas públicas. Lo dice la OCDE, lo dice la Comisión Europea, lo dicen numerosos estudios. Una mejor calidad de la norma redunda en un mejor estándar democrático, facilitando unas reglas de juego claras, seguridad jurídica, crecimiento y protección de derechos. La transparencia ayudará a comprender que la sociedad se construye desde la colaboración público-privada y no desde una dimensión unilateral. Que los gobiernos, las empresas y las organizaciones hablen entre ellas, se escuchen, se reten, se aprendan, debatan y colaboren es una buena noticia para el conjunto de la sociedad.