ODS 11: Human building, o construir el derecho a la ciudad con y para las personas

Por Arquitectura Sin Fronteras   Las Naciones Unidas aprobaron en 2016 durante la conferencia HABITAT III la ‘Nueva Agenda Urbana’ que defiende no dejar a nadie…

Por Arquitectura Sin Fronteras

 

Las Naciones Unidas aprobaron en 2016 durante la conferencia HABITAT III la ‘Nueva Agenda Urbana’ que defiende no dejar a nadie atrás. Una inclusión universal —todas las personas del planeta tendrán derecho a la ciudad— que no podrá conseguirse si ignoran los límites ecológicos del planeta. Desde Arquitectura Sin Fronteras (ASF) proponemos, además, un enfoque más inclusivo que contemple los asentamientos humanos tanto en ciudades como en áreas rurales.

La Demarcación de Catalunya, Arquitectura Sense Fronteres, trabaja con varios socios mozambiqueños en Maputo por el derecho a la ciudad desde dos perspectivas: la del derecho al hábitat, y la del derecho a la movilidad sostenible e inclusiva. Como equipo multidisciplinar,  estamos poniendo en práctica no solo unos objetivos de cooperación ligados a los ODS sino  una actitud ante la profesión: la actitud human building. Construir espacios para y con las personas dentro de los límites del planeta.

Al enfocar las estrategias de ASF en Maputo en el ODS 11, Ciudades y Comunidades Sostenibles, entendemos que el derecho a la ciudad sólo llega cuando se tiene consciencia de lo que significa, cuando cada comunidad materializa dicho concepto abstracto en su realidad. Harvey (2003) plantea que el derecho a la ciudad también es la capacidad de la ciudadanía de cambiarla («The Right to the City». International Journal of Urban and Regional Research). Nosotros creemos que la voluntad de cambiarla es consecuencia de esa toma de conciencia.

Aunque existen condicionantes del derecho a la ciudad difícilmente discutibles —los cinco principios de la Habitabilidad Básica (acceso a agua, saneamiento, no hacinamiento, durabilidad y tenencia), acceso a energía asequible, o acceso a infraestructuras—, hay otros factores que responden a las necesidades locales de cada lugar y a la idiosincrasia de sus habitantes. En Barcelona, derecho a la ciudad puede significar acceso a espacios de participación; en Niamey, infraestructuras para refugiarse durante las tormentas de arena; en Maputo, tener espacio en la calle para poder hacer ceremonias o para casas patio para cultivar y moler cereales contra el suelo cada día. Esos derechos, relacionados con el patrimonio intangible de cada sociedad, tienen un peso fundamental en esta toma de conciencia del derecho a la ciudad.

La cooperación al desarrollo, en un ejercicio de depuración para alcanzar la corrección política, cambia constantemente la forma en la que define a las personas que participan en los proyectos. Pero para no dejar a nadie atrás es fundamental salir de las cifras y de las abstracciones y, por un momento, pensar que como profesionales construimos para las para las personas. Y cada una de ellas vive una realidad personas. Esto no implica no poder abstraer cuando nos enfrentamos a formular proyectos. Implica saber cuándo abstraer para que los proyectos avancen y cuándo involucrar a cada una de las personas sin dejar a nadie atrás en las decisiones.

 

Proyecto Hábitat 2

Con esa visión, estamos desarrollando  dos proyectos: Hábitat 2, financiado por los Ayuntamientos de Barcelona y de Pamplona y la fundación SELAVIP; y Movilidad, por el Área Metropolitana de Barcelona.

Hábitat 2 contribuye al acceso al derecho a la ciudad y a la tenencia de la tierra dentro del marco legal de Mozambique (en Mozambique toda la tierra pertenece al Estado; no puede comprarse, venderse o hipotecarse). Junto con el Municipio de Maputo y la Ordem dos Advogados se facilita a las familias de asentamientos informales el acceso al DUAT —Derecho a Uso y Aprovechamiento de la Tierra—. Dicho título es lo más parecido en España al título de propiedad y es el primer paso hacia el derecho a la ciudad en tanto que una vez obtenido no te pueden echar de tu parcela. El Municipio de Maputo desarrolló un método de acceso masivo, pero las familias de estos asentamientos quedaban excluidas porque sus parcelas no cumplían los requisitos mínimos.

El ‘no dejar a nadie atrás’ de la Nueva Agenda Urbana significa trabajar con las personas más vulnerables para que dejen de serlo

El ‘no dejar a nadie atrás’ de la Nueva Agenda Urbana significa trabajar con las personas más vulnerables para que dejen de serlo. Por eso durante dos años trabajamos junto con técnicos del Municipio, estructuras locales, líderes comunitarios, y familia a familia para definir las reglas del juego del urbanismo participativo. Mediante el método prueba y error desarrollamos un método para este tipo de asentamiento: 6 pasos para llegar al DUAT.

El proceso empezó a funcionar cuando se creó la primera imagen del antes y después. A partir de ahí las familias empezaron a creer que era posible, y con ello a participar más activamente y a liderar el proceso. Empezaron a tomar conciencia de lo que significa derecho a la ciudad en un asentamiento con y para las personas.

Muchas de las personas implicadas en estos proyectos dedican entre 3 y 4 horas de su tiempo diario a desplazamientos, en condiciones de hacinamiento e inseguridad. Cuando moverse es difícil, hay menos comida de la necesaria, los hospitales no responden a las necesidades de una población, o el salario de la policía conduce a que abusen de la población, las personas tienen otras prioridades y es preciso adaptarse a su contexto. La empatía se impone entonces como una de las herramientas fundamentales a la hora de compartir espacios vitales y profesionales.

 

Proyecto de Movilidad

El proyecto de Movilidad tiene otra escala. Las personas con las que trabajamos no son directamente los y las usuarias del transporte público sino el personal técnico que gestiona el transporte del Municipio de Maputo. A veces se olvida, al hablar de movilidad, que lo que se mueven son personas. Se calcula tránsito, flujos, vehículos, radios de giro, volúmenes de personas, y se olvida que son personas. Ahora mismo, el enfoque metropolitano en Maputo es indispensable para gestionar de forma eficiente esta suma de ciudades que aglutinan —Matola, Boane, Marracuene y Maputo—, pero esa gestión eficaz no quiere decir que no se pueda abordar de manera inclusiva (ese ‘no dejar a nadie atrás’), y sostenible (dentro de los límites del planeta). De forma práctica, abordamos ese espacio de encuentro entre el transporte y el espacio público: las paradas. Durante el proyecto piloto diseñamos junto con el personal técnico del Municipio una parada prototipo que ya está instalada en la Avenida dos Trabalhadores. La cooperación entre los municipios metropolitanos, UN-Hábitat y ASF ha dado forma, además, a la 1ª Semana de la Movilidad Sostenible donde se trabajó al mismo tiempo desde varios planos: el técnico, el social y el político.

Aunque parezca obvio, entre las personas para y con quienes trabajamos están quienes facilitan los procesos. En los proyectos de cooperación se corre el riesgo de auto-esclavizarse para lograr los objetivos de cada proyecto, y ambas realidades no se deben perder de vista. No es fácil trabajar para y con las personas. Implica una actitud de escucha, de paciencia, y de aceptación de diferencias culturales, entendiendo que serán más los que primen sus necesidades individuales que los que apuesten por el bien común. Equilibrar las necesidades de todos los actores, promoviendo aquellas con menos fuerza para hacerse escuchar, forma parte del trabajo de quienes facilitamos dichos procesos.

En los proyectos de cooperación se corre el riesgo de auto-esclavizarse para lograr los objetivos de cada proyecto, y ambas realidades no se deben perder de vista.

Human building —un concepto clave para entender esta visión de la participación— busca encontrar lugares comunes a través de una negociación en la que todas y todos ganamos (win-win), para después cumplir y ser coherentes con esos compromisos a través de la acción. Negociación, acuerdo y coherencia ante los compromisos establecidos son el motor de la confianza y de la apropiación de los espacios construidos, garantizando con ello su mantenimiento y  durabilidad. Estos procesos sólo requieren un respeto total a los compromisos que en cualquier momento pueden ser revisados, renegociados y establecidos de nuevo por los participantes.

 

 

Por Sara Márquez Martín es coordinadora de los proyectos de Arquitectura Sin Fronteras en Maputo y Celia Márquez Coello es voluntaria de comunicación de Arquitectura Sin Fronteras en Mozambique.