A medida que transcurre el tiempo conocemos más detalles sobre el rastro del impacto de la pandemia de COVID-19 en nuestra economía. Con esta información podemos profundizar con mayor precisión en el análisis de las causas y consecuencias acerca de determinadas materias —que en este espacio siempre tiene como eje a las profesiones—, pero siempre con la prevención de que el escenario actual de crisis sanitaria reúne parámetros muy diferentes a crisis económicas anteriores, y cuyo ejercicio comparativo ha de realizarse con prudencia y algunas limitaciones.
En este caso, nos centraremos en la evolución de diversas variables relacionadas con las empresas según los datos consolidados a 1 de enero del 2021 que fueron publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE) el pasado 13 de diciembre en su Explotación Estadística del Directorio Central de Empresas.
Primera reducción del número de empresas desde el 2013
De este modo, podemos señalar que el tejido empresarial del subsector de servicios profesionales se redujo un 1,52% anual frente a la caída general del 1,11% que experimentó el conjunto de la economía con un balance de casi 38.000 empresas menos. Una disminución que no se producía en ambas dimensiones desde el año 2013, uno de los últimos datos negativos que dejó la Gran Recesión.
Si bien, la virulencia se apreció más en algunas desagregaciones. Entre ellas, la elevada destrucción de empresas se cebó singularmente en aquellas que tenían menos de un año pues su número disminuyó un 13,71% anual, e incluso en el subsector de servicios profesionales lo hizo en un 18,22%. Una situación que fue devastadora en términos de fidelización de clientes, pacientes y usuarios.
A ello se añade que el 95,78% del tejido productivo está formado por microempresas —menos de 10 trabajadores—, las cuales cayeron un 0,81% anual, y llegan al 97,06% en las profesiones con una reducción que fue del 1,53% anual.
Los profesionales que operan como autónomos sin asalariados, los más afectados
Si nos remitimos a la forma jurídica contemplamos que las personas físicas, que operan como autónomos, disminuyeron 1,09% en conjunto frente al 2,31% en las profesiones. Un descenso que ilustraría la mayor caída en el subsector puesto que el 68,04%, prácticamente dos de cada tres empresas que prestan servicios profesionales, son autónomos respecto al 55,82% en la economía. Y entre los profesionales como persona física, el 81,39% opera en solitario en comparación con el 69,58% general. Este último segmento de profesionales fue el que soportó el impacto más negativo por volumen en el subsector al reducirse un 3,11% anual.
Cuando nos detenemos en estos profesionales advertimos, dado su montante, que el mercado de servicios profesionales tiene un elevado grado de atomización en términos comparativos con el total de la economía, lo que impone un elevado de grado de competencia. Sin embargo, la caída registrada podría ser de carácter más temporal a la luz de la intensa recuperación en empleo producida durante el 2021, y estar más influida también por cuestiones de limitación sanitaria de la actividad, especialmente en tanto en cuanto, durante la crisis financiera de hace una década este grupo se redujo menos que el correspondiente al grueso de la economía.
Es evidente que en cada ámbito o sector los factores explicativos como el confinamiento y las limitaciones de actividad posteriores, el tamaño empresarial, el acceso a la financiación o las distintas necesidades de la demanda empresarial y de los hogares de algunos servicios profesionales han tenido ponderaciones diferentes. Por ello, realizamos una aproximación hacia ellos en el agregado de la economía y el subsector de las profesiones.
Auge de las empresas de reparto, y caída de las dedicadas al turismo
En una primera radiografía sectorial de nuestro país sobresale que prácticamente la mitad de la cuantía de empresas cerradas —el 46,42%— se localizó en los sectores de comercio mayorista y minorista, la restauración, las agencias de viajes, y las actividades artísticas, de ocio y entretenimiento, más de 25.000 desaparecidas. Lógicamente, queda patente que las restricciones de movilidad por cuestiones sanitarias incidieron más en las actividades de interacción social y vinculadas al turismo.
Mientras, dentro de los sectores que lograron crecer destaca que el 43,11% de las nuevas empresas se dedican a las actividades postales y de correos con más de 7.000 entidades añadidas que encontraron en el confinamiento y posteriores restricciones un escenario propicio para responder a la demanda y ofrecer sus servicios de recogida, transporte y reparto de cartas y paquetes.
La consultoría informática y empresarial, y las actividades inmobiliarias, al alza
Por su parte, cuando nos centramos en las divisiones y grupos de actividad que configuran o están en relación con el subsector de servicios profesionales se advierten notables diferencias entre ellos que es interesante señalar (ver gráfico).
De un lado, el número de empresas dedicadas a la programación y consultoría informática registró un crecimiento del 1,63% anual que respondería en gran medida a la mayor demanda de servicios y proyectos de digitalización de otras empresas en el escenario de la mayor virtualización del consumo y la mayor cuota de teletrabajo ante la pandemia.
Igualmente, las empresas de consultoría de gestión empresarial sumaron un 1,12% anual, hecho que encajaría con el requerimiento de muchas empresas de retomar servicios de planificación financiera y presupuestaria, de recursos humanos, así como planes de producción y control ante el nuevo panorama que introdujo la pandemia para desenvolverse mejor y con una solvencia reforzada en el mercado.
El tejido empresarial del subsector de servicios profesionales se redujo un 1,52% anual frente a la caída general del 1,11% que experimentó el conjunto de la economía
Las empresas de actividades inmobiliarias repuntaron un 1,31% y entre las causas podrían encontrarse el ahorro acumulado de muchos hogares junto con la inquietud de cubrir otras necesidades habitacionales tras el confinamiento, reflejados en las estadísticas de hipotecas y de fincas transmitidas con una senda alcista desde mediados del 2020, o en el repunte de las empresas de servicios a edificios como limpieza y mantenimiento que podrían haber sido requeridas por la gestión de la administración de fincas.
En la esfera de las empresas de publicidad y estudios de mercado, el número de empresas subió un 2,77% anual ante la búsqueda de nuevos espacios y comercialización de productos y servicios cuyos usos se habrán modificado por la pandemia, especialmente, de interacción social. Un alza que contrasta con la caída de afiliación en el sector privado durante el 2020 de casi el 8,93%. Entre las posibles razones aparece una subida de las microempresas, pero también de las grandes empresas —más de 250 trabajadores— que podrían haber reajustado algunas plantillas, aunque desde mediados de año se observa una recuperación más clara.
Otra subida notable con un 2,96% anual se produjo en las empresas que prestan servicios de diseño especializado de carácter industrial, y podría estar motivada por la redefinición de muchos productos de mercado que precisan intervención profesional en su configuración. Entretanto, el ámbito de las empresas de servicios veterinarios que demandan esencialmente los hogares y las empresas agropecuarias se mantuvo estable con un 0,07% más clínicas.
Mayor caída en la sanidad privada, la arquitectura, la ingeniería y los servicios jurídicos
Por el contrario, el resto de actividades protagonizadas por las profesiones mostró un descenso del número de empresas. Aquellas que prestan servicios técnicos de arquitectura e ingeniería se llevaron la peor parte con una reducción del 2,81% anual. Una disminución en sintonía con la expuesta del 3,86% por las empresas de certificación de obras, intermediación de patentes, asesoramiento científico sobre medio ambiente, o sobre agronomía, y riesgos laborales.
El notable pulso general de la recuperación en la industria tras el confinamiento como refleja el Índice de Producción Industrial del INE, o en los ingresos de explotación de la construcción, especialmente en edificación, conforme a la Encuesta de Índices de Producción de la Industria de la Construcción (EIPIC) del Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, no habría sido suficiente durante el 2020 para evitar parte de la destrucción empresarial. Aún así, es posible que según los datos de afiliación más favorables durante el 2021 parte de este tejido se haya recuperado.
La elevada destrucción de empresas se cebó especialmente en aquellas que tenían menos de un año
A su vez, el terreno de las empresas de servicios sanitarios y sociales en el sector privado también se vio perjudicado en la medida que muchas actividades tuvieron que ser limitadas por el confinamiento. En cualquier caso, no es descartable que esta caída fuera puntual y no estructural, y haya posibilitado la recuperación de parte de este número de empresas durante este año si tenemos en cuenta los datos más favorables de afiliación sanitaria y social en el ejercicio privado sin tener cuenta personas en situación de ERTE o ayudas a autónomos.
Tampoco se libraron los despachos de actividades jurídicas y de contabilidad con un descenso del 1,74% anual y las empresas de actividades auxiliares de servicios financieros y de seguros con un 1,60% anual menos. Con todo, en ambos casos se observó un incremento de las pequeñas empresas, —entre 10 y 49 trabajadores— lo que podría indicar una cierta fusión de operadores en alguna materia concreta de servicios. Entre ellos, para la gestión de fondos, la intermediación de seguros o la evaluación de daños y riesgos, así como para atender la demanda de servicios jurídicos en la esfera civil, laboral y mercantil con asuntos derivados de la pandemia.
En el sector de la educación, la caída de empresas fue del 2,44%, y ello podría referir el cierre de algunas entidades como academias de distintas materias o centros de clases de refuerzo que no pudieron adaptar su docencia al canal virtual.
En cuanto a las empresas de investigación y desarrollo se mantuvieron con solo un descenso del 0,19% anual y presentaron un ligero crecimiento incluso en las empresas medianas —entre 50 y 249 trabajadores—. En definitiva, podría vislumbrarse un cierto impulso en el desarrollo de nuevos procesos e I+D en determinados sectores.
Endeudamiento, empleo, factores de riesgo y fondos europeos como clave
Si ponemos en perspectiva que la caída del Producto Interior Bruto (PIB) durante el 2020 llegó hasta el 10,8% anual, ello otorga más valor a la resistencia del tejido empresarial que solo se redujo ese 1,11%, pero que no esconde el deterioro de su desempeño en datos como los siguientes: el incremento de deuda del 5,3% hasta llegar a 952 mil millones de euros según el Banco de España y que, hasta el segundo trimestre del 2021, se encuentra ya en 961 mil millones.
Además, conforme al propio organismo, se advierte un empeoramiento respecto a diciembre del 2020 de la calidad crediticia de los préstamos a empresas con aval del Instituto de Crédito Oficial (ICO). Así, en estos préstamos el peso del crédito considerado de vigilancia especial creció al 16% en junio del 2021. Y, en términos generales, el porcentaje de préstamos conectados a moratorias vencidas o desistidas llegó al 20% clasificado como de vigilancia especial en junio del 2021 y podría crecer en los próximos trimestres.
Además, la afiliación en el sector privado sin tener en cuenta los ERTE ni ayudas a autónomos disminuyó un 9,85% anual en el 2020, y no ha sido hasta noviembre del 2021 cuando el volumen de afiliación ha logrado situarse por encima del nivel previo a la pandemia.
Otros datos sobre la actividad muestran una variación mensual corregida de efectos estacionales y de calendario más estable de la cifra de negocios empresarial publicada por el INE y en ligera recuperación a lo largo de este año tras la intensa caída de abril del 2020. Una línea muy similar a la registrada en la facturación de las actividades profesionales, científicas y técnicas, —en este caso, no recogen las actividades sociosanitarias— según los indicadores de actividad del sector servicios también del INE.
Se abona de nuevo la necesidad de que los fondos europeos del programa NextGenerationEU se canalicen en buena parte hacia medidas de apoyo al tejido empresarial más vulnerable, potencial e incipiente.
En este punto, una de las diferencias fundamentales en el caso de los servicios profesionales con otras crisis económicas de carácter más financiero se refleja en su demanda de carácter más inelástico en precio y la renta. De forma amplia, la demanda de estos servicios suele ser inaplazable y necesaria para solventar cuestiones bienestar, salud y actividad económica.
Por ello, el hecho de que muchos sectores económicos tuvieran que limitar o incluso parar su actividad durante el 2020 por cuestiones sanitarias pasó por encima del esquema de inelasticidad en muchos servicios por unos meses en la medida que buena parte de las empresas y los hogares dejaron de demandar algunos servicios profesionales que, en un curso económico habitual o, incluso de crisis, son más resistentes a caer o difíciles de omitir.
Con todo, hay otros factores que pueden afectar negativamente en los próximos meses en la recuperación como, de hecho, ya estamos comprobando. Si los precios de la energía y los combustibles, así como los problemas en las cadenas de suministro en la industria y los servicios que refieren informes como los de Markit Services continúan adelgazando los márgenes empresariales, lo más probable es que esas subidas de costes y dificultades comiencen a trasladarse de forma más general hacia los consumidores de bienes y servicios. Un patrón incipiente cuyo dato principal recogido en la inflación subyacente (que no contempla los precios más volátiles de los productos frescos, ni los de energía) ya marca un avance del 1,7% anual en noviembre y comienza a dibujar una tendencia creciente desde el verano.
Por ello, a la luz de este breve análisis, se abona de nuevo la necesidad de que los fondos europeos del programa NextGenerationEU se canalicen en buena parte hacia medidas de apoyo al tejido empresarial más vulnerable, potencial e incipiente. Por el momento, según el Banco de España en una encuesta publicada a mediados de este mes el 25% de las empresas estaría interesada en acudir a las convocatorias correspondientes a los proyectos financiados con fondos europeos. Una vía que será interesante enriquecer y apoyar.