El año 2020 se saldó con un crecimiento del gasto en Investigación y Desarrollo (I+D) en España del 1,3% anual con 15.768 millones de euros, lo que supone el 1,41% del Producto Interior Bruto (PIB) frente al 1,25% del año 2019.
Por su parte, nuestra estimación esencial en el subsector de servicios profesionales presentó un comportamiento desigual entre distintos ámbitos que, en todo caso, revela que fue responsable del 17,03% de este gasto en I+D en el conjunto de la economía y del 30,63% en servicios, —líder en el sector terciario— porcentajes estables y solo tenuemente por debajo de los del año anterior a pesar de caer un 2,75% en desembolso. Este balance principal y otros derivados a partir de la información que publicó el Instituto Nacional de Estadística (INE) el 24 de noviembre son los que analizaremos en este artículo por su implicación significativa con las profesiones.
Esta estadística cobra una mayor relevancia al extraerse de un año donde la pandemia de COVID-19 condicionó la realidad socioeconómica y puso de manifiesto la necesidad de asignar más recursos a la ciencia para evitar o mitigar el impacto de fenómenos que afectan de manera crítica a la salud, o transformar nuestro modelo productivo, demasiado dependiente del turismo y algunas actividades estacionales. Por ello, la utilidad de esta estadística es, como defiende también el INE, «facilitar un instrumento para la gestión, planificación, decisión y control en materia de política científica nacional».
Efecto desigual y preocupante del COVID-19 en el gasto en I+D
Podemos señalar que el gasto en I+D relacionado con el COVID-19 fue ligeramente limitado y algo preocupante según el muestreo del INE. El sector empresarial, —única dimensión para la que se publican datos de este asunto— acometió el 0,82% del gasto total efectuado en el país, apenas 130 millones de euros. Un volumen que solo fue efectuado por el 8,44% de las empresas, ni siquiera 1 de cada 10. De hecho, debido a la pandemia, sobresale que el 27,95% de las empresas redujo su gasto general en I+D y solo el 6,86% de las empresas aumentó su dotación.
Las implicaciones de estos movimientos pueden ser profundas. Los recursos destinados a la I+D requieren de una mayor inversión de tiempo para cosechar resultados tangibles y aplicables a la economía o nuestra vida cotidiana y, normalmente, la mayoría de ellos suelen lograrse a medio y largo plazo. Sin embargo, suponen el cauce esencial para lograr progresos en nuestras relaciones socioeconómicas al ampliar y remodelar todo el conocimiento que nos rodea. En consecuencia, las reformas e inversiones que conlleve el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia serán determinantes en esta dirección.
La subida más destacada tuvo lugar en el sector público con un incremento del gasto en I+D del 3,95% anual, mientras que el agregado empresarial solo añadió un 0,31% anual más.
Las mujeres dedicadas a la I+D acusaron una mayor caída de la ocupación
Una de las esferas donde más se advierte los efectos de la caída tiene que ver con el personal dedicado a estas actividades de I+D. En concreto, se redujo un 1,03% anual. Una caída que fue algo superior para las mujeres con un 1,19% anual menos. A tal efecto, suponen solo el 30,65% frente al 30,70% que representaban en el 2019.
En el caso del subsector de servicios profesionales, el descenso general del personal ocupado en estas cuestiones fue del 3,97% anual, y más profundo fue para las mujeres con un 4,10%. A pesar de ello, su peso en el conjunto de la ocupación del subsector en estas materias se mantuvo relativamente estable y es superior a la media con un 38,05%, sobre el 38,09% del 2019.
El sector público y las universidades, tractores de la I+D en el 2020
Bajo este escenario, nos preguntamos de dónde partimos. Según Eurostat, el gasto en I+D sobre el PIB de la eurozona se situó en el 2,26% durante el 2019 con Alemania en un 3,17%, Francia en el 2,19% o Italia en el 1,47%. Todos por encima de los datos de España, que se encuentra en una posición intermedia entre los países del euro y muestra que aún hay recorrido por mejorar en este terreno.
En esta línea, si nos centramos en el gasto conforme a su naturaleza en nuestro país, el tejido empresarial fue de nuevo el de más protagonismo con un 56% total del gasto, seguido de la Enseñanza Superior (pública y privada) con un 26,59% y de la Administración Pública con un 17,01%. El 0,27% restante fue realizado por las Instituciones Privadas sin Fines de Lucro. En todos ellos, la subida más destacada tuvo lugar en el sector público con un incremento del gasto en I+D del 3,95% anual, mientras que el agregado empresarial solo añadió un 0,31% anual más.
Este dato positivo desde la esfera pública podría atribuirse a diversas causas y, principalmente, al curso de la pandemia debido a una creciente necesidad de investigación directa o indirecta con la pandemia. Un planteamiento que deberá corroborarse si mantiene esta tendencia durante los próximos años, en tanto en cuanto, muchos de los proyectos de investigación precisan más tiempo y financiación continuada para ofrecer sus frutos. Por el contrario, el dato más modesto en el ímpetu del sector empresarial por acometer actividades de I+D podría responder a la elevada incertidumbre y el freno de la economía.
Naturaleza de la I+D y profesiones
En este punto, según el INE hemos de entender tres tipos de actividades de I+D: la investigación básica, llevada a cabo, primordialmente, por la enseñanza superior y la administración pública con el fin de obtener nuevos conocimientos sobre hechos o fenómenos; la investigación aplicada, que persigue la resolución de problemas específicos mediante los conocimientos adquiridos en la investigación básica; y el desarrollo experimental, focalizado en fabricar nuevos productos o procesos, o mejorar los existentes.
El subsector de servicios profesionales presentó un comportamiento desigual entre distintos ámbitos que, en todo caso, revela que fue responsable del 17,03% de este gasto en I+D en el conjunto de la economía y del 30,63% en servicios
Si concedemos que una pequeña parte del gasto pudo estar motivado por la pandemia como así reflejan los datos que hemos descrito, esta investigación habría sido de carácter más básico y aplicado desde el ámbito público y, probablemente, más experimental desde el sector privado sobre el fenómeno.
En cualquier caso, la naturaleza de estos tres ámbitos de la I+D pivota sobre la presencia de las profesiones al contribuir a generar el conocimiento que después es aplicado por la sociedad, las empresas, y los propios profesionales en su ejercicio cotidiano. En suma, el volumen y calidad del gasto en I+D determina, en buena medida, el nivel de productividad, bienestar y competitividad de una economía.
La I+D de las empresas de servicios profesionales, más centrada en procesos
Cuando descendemos a los indicadores de I+D en el tejido empresarial, única que permite desagregación sectorial, contemplamos divergencias significativas. Como ejemplo, la industria farmacéutica arrojó una disminución del gasto del 1,63% anual. Una bajada que podría encontrar razón en una reordenación de prioridades, probablemente más focalizadas y relacionadas con el COVID-19. En contraste, la industria química creció un 2,35% anual en este gasto y tampoco se puede descartar que se deba a una previsión de próximos desarrollos significativos destinados a la investigación y la aplicación práctica en determinadas industrias que habrá de analizarse.
Si nos vamos más directamente a los servicios, sobresalió el aumento del 18,54% anual de las empresas dedicadas a las actividades y consultoría informática, un ascenso que podría encontrar causa en la aceleración de la demanda de proyectos y soluciones en el espacio de la digitalización y cierta normalización del trabajo en remoto del que pueden derivarse entornos virtuales laborales en los próximos años.
En cuanto al resto de divisiones que recogen el ejercicio de las profesiones, no se ofrece una mayor desagregación deseable, pero es posible afirmar que, en conjunto, el ámbito jurídico, la consultoría económica, la arquitectura e ingeniería, la publicidad, y la veterinaria incrementaron su gasto en I+D un 1,29% anual. Precisamente y, en términos generales, la I+D activada podría haber estado más focalizada en el desarrollo experimental centrado en los procesos, y con probabilidad, en el modo de suministro de los servicios. Un argumento que también podría sostener el incremento del 38,02% anual registrado por las actividades inmobiliarias.
Caída del gasto en I+D en las actividades menos relacionadas con el COVID-19
Todo ello contrasta con la caída del 4,11% anual mostrada por la división que recoge de forma más genuina los servicios de I+D que realiza de forma transversal el conjunto del subsector. En esta, se recogen los tres pilares de la I+D que hemos visto: básica, aplicada y experimental. Si bien, es una división que aglutina información del desempeño público y privado, y no es posible discernir claramente qué esfera podría haber sido más afectada. Por ende, no se puede descartar que esta caída haya sido debida a una reducción en determinados terrenos menos relacionados con el COVID-19 que no haya sido capaz de compensar el incremento en otros con relación más directa.
La naturaleza de la I+D pivota sobre la presencia de las profesiones al contribuir a generar el conocimiento que después es aplicado por la sociedad, las empresas, y los propios profesionales en su ejercicio cotidiano
En conexión con lo anterior, una pista podría estar en que las empresas dedicadas al ámbito sanitario y social redujeron su gasto en I+D un 7,17% anual, un hecho que tendría soporte en la mayor incertidumbre y las restricciones de muchas actividades durante el periodo más intenso del confinamiento. A su vez, esto abonaría que la investigación sociosanitaria se produjo esencialmente por parte del sector público.
Por otro lado, en las actividades financieras y de seguros la caída del gasto en I+D fue del 29,59% anual, una reducción que podría guardar explicación en la reducción progresiva de recursos y adelgazamiento de las estructuras fruto de las estrategias de digitalización y fusiones de algunos operadores, y que podrían acelerarse si el curso de la pandemia continúa.