El Instituto Nacional de Estadística (INE) publicó el 22 de junio la Encuesta Anual de Estructura Salarial (EAES) correspondiente al año 2020. El interés de esta última publicación reside en permitir aproximarnos a algunos de los posibles primeros efectos de la pandemia de COVID-19 en materia salarial dentro del mercado laboral.
Antes de ello, es conveniente recordar que el propio INE indica que los datos de ganancia bruta anual por asalariado están referidos al trabajo de la empresa en el que es seleccionado el encuestado y no a sus posibles segundos desempeños. Además, con el fin de establecer una correcta comparación entre trabajadores el organismo realiza un ajuste anual del salario para aquellos que no hubieran trabajado todo el 2020 en el mismo lugar de trabajo, bien porque hubieran comenzado o finalizado el contrato, o porque no hayan percibido remuneración de la empresa en caso de permisos de maternidad/paternidad, permisos sin sueldo, ERTE, etc. De tal modo, el INE asigna a los encuestados el salario anual correspondiente que percibirían si hubieran trabajado todo el año en las mismas condiciones.
Contexto laboral de la pandemia
Hemos de considerar que los ERTE, factor principal relacionado con la pandemia durante el 2020 y que afectó a la continuidad de la retribución bruta salarial no es contemplado en el cómputo estadístico por ser una circunstancia, efectivamente, temporal y coyuntural y que no tendría un factor estructural en la configuración del salario, al menos, a priori.
Cuando observamos el contexto en términos de volumen, si bien, las personas afiliadas al sector privado en ERTE llegaron a ser casi el 20% en mayo del 2020, su porcentaje se había reducido por debajo del 5% total a finales de ese año. En el caso del subsector de servicios profesionales, el porcentaje de ocupados en el sector privado en ERTE pasó de poco más del 12% en mayo a estar por debajo del 1,5% del total al término del 2020. Por tanto, datos limitados y con un periodo breve en la mayoría de los casos.
La brecha salarial en las profesiones se alzó más de medio punto porcentual en el 2020 sobre el 2019 hasta situarse en el 14,43%, rompiendo la tendencia de tres años consecutivos en los que se había moderado
Bajo este escenario, la retribución salarial bruta anual en España creció un 3,15% en el 2020 respecto al 2019, el mayor ritmo anual desde que comenzaron a recopilar estos datos en el 2008. Más llamativo es que el alza salarial en las mujeres fue del 3,62% anual por un 2,63% en los hombres. De tal forma, la brecha salarial se contrajo por séptimo año hasta situarse en el 18,72%. Es decir, la ganancia bruta media anual de las mujeres de 22.467,48 euros en el 2020 fue el 81,28% de la que percibieron los hombres.
No obstante, un dato ilustrativo es que la proporción de trabajadores con ‘ganancia baja’ (asalariados cuya ganancia por hora está por debajo de los 2/3 de la mediana) subió casi dos puntos sobre el 2019 hasta el 16,61%, el dato más elevado desde el 2016. Dentro de este porcentaje, el 63% fueron mujeres cuya explicación se hallaría, fundamentalmente, en que estas trabajan a tiempo parcial en mayor cuantía como recuerda el INE.
La brecha salarial en las profesiones subió después de tres años en reducción
En el subsector de servicios profesionales el comportamiento fue algo distinto según el cómputo realizado por Unión Profesional y que publica cada año en el Estudio UP sobre las brechas salariales y laborales entre hombres y mujeres en las profesiones, cuya última edición, la novena fue conocida en marzo del 2022.
Así, la ganancia bruta anual en las profesiones subió un 4,24% anual hasta los 36.295,17 euros. Con todo, en el caso de las mujeres este incremento fue del 3,85% anual frente al 4,64% anual de sus compañeros. Producto de ello, la brecha salarial en las profesiones se alzó más de medio punto porcentual en el 2020 sobre el 2019 hasta situarse en el 14,43%, rompiendo la tendencia de tres años consecutivos en los que se había moderado.
Profesiones sanitarias y de educación: las que más habrían acusado la subida de la brecha
En esta evolución habría que diferenciar según la Clasificación Nacional de Ocupaciones (CNO-11) en la EAES, pues la categoría de Técnicos y profesionales científicos e intelectuales de la salud y la enseñanza creció por segundo año hasta reflejar una brecha salarial del 11,20% su nivel más alto desde el 2017. Mientras, en la categoría que recoge a profesionales de los ámbitos científicos, de arquitectura, ingeniería, jurídico, económico y social, denominada Otros técnicos y profesionales científicos e intelectuales, la brecha salarial disminuyó una décima hasta el 15,89% y supone el segundo año de reducción.
Sin embargo, cuando contemplamos el ámbito de la dirección a través de la categoría Directores y gerentes, la brecha salarial se aplanó hasta el 17,68%, lo que supone el tercer año de disminución y el dato más contenido desde el 2012.
Las condiciones laborales, entre las causas principales
Entre las causas de este comportamiento, hay que tener en cuenta que los datos de la Encuesta de Población Activa revelan de manera consistente que en el mismo 2020, las mujeres profesionales incrementaron su presencia en el mercado laboral con una mayor ocupación inferior a un año, ligada con un aumento de la contratación temporal inferior a un año, y en la modalidad de jornada parcial. En los tres registros, el crecimiento de ellas fue superior al de sus homólogos, variables que suelen ser sinónimo de una retribución inicial más contenida. Muestra de ello fue que en las profesiones sanitarias y de educación el avance anual salarial en las mujeres, pese a ser más bien notable, se quedó por debajo del anotado en el 2019.
En consecuencia, a falta de un mayor contraste en los próximos años, si esa brecha fue observada sobre todo en la categoría de Técnicos y profesionales científicos e intelectuales de la salud y la enseñanza, una explicación se encontraría en la mayor demanda de profesionales de la salud en el periodo más intenso de la pandemia durante el 2020 y en el que las mujeres se encuentran de forma habitual en un rango de entre el 70% y más del 80% de la ocupación.