La educación ambiental, cada vez más necesaria

Día de la Educación Ambiental (26 de enero) Bajo la pandemia provocada por el SARS-CoV-2, que azota a todo el planeta, políticos y expertos llaman continuamente…

Día de la Educación Ambiental (26 de enero)

Bajo la pandemia provocada por el SARS-CoV-2, que azota a todo el planeta, políticos y expertos llaman continuamente a la responsabilidad individual. Saben que complementa las medidas institucionales y que sin ella los objetivos sanitarios no se alcanzan. Igual ocurre con los problemas ambientales: sin el compromiso personal no hay solución posible.

La crisis ambiental continúa, y lo demuestran los impactos globales (sin que los locales y regionales hayan desaparecido), su rápida evolución y marcada persistencia; quizás el cambio climático sea el que mejor lo ejemplifica. Ciertamente se necesitan Protocolos, Convenios y legislación, pero no son suficientes. Ya en la Cumbre de Río se definió la educación ambiental como vía imprescindible para alcanzar la sostenibilidad. Y aunque, ni los más entusiastas creemos que sea el único instrumento, sin ella no se logran los objetivos marcados.

 

Una forma diferente de entender la vida

La educación ambiental interpreta, relacionando las causas y efectos de los sucesos ambientales; promueve valores (responsabilidad, respeto, sencillez, solidaridad…) orientados a una forma diferente de entender la vida; y capacita para que las personas no queden solo en los cambios individuales, sino que las estimula a trabajar socialmente impulsando el asociacionismo (y no tanto el voluntariado) y la presencia en la sociedad civil.

 

 

La educación ambiental debe alcanzar todas las edades y sectores. Debe descubrir el valor del ser frente al tener, lo verdadero frente a los sucedáneos

 

Hay sectores a los que la legislación no llega (o lo hace parcialmente) como la vivienda, en la que el ahorro y eficiencia deben ser norma; la movilidad, con medios públicos y, en lo posible, no motorizados; la dieta, de proximidad y temporada, con baja presencia de carne entre otros elementos nocivos (azúcar, aditivos…); el consumo, que debe ser cuestionado con actitudes críticas frente a la publicidad y la moda. Creer que el consumo reactiva la economía es pan para hoy y hambre para mañana en un planeta con recursos limitados. Sin olvidar las materias primas, agua y energía que se encuentran tras cada producto.

La educación ambiental debe alcanzar todas las edades y sectores. Debe descubrir el valor del ser frente al tener, lo verdadero frente a los sucedáneos. Y debe generar habilidades para que los ciudadanos se expresen y organicen. No se olvide que al término lo define el sustantivo (educación) y tras ella se promueve lo personal y lo comunitario, las dos dimensiones de todo ser humano.

Educar, etimológicamente educere, es sacar lo mejor de cada uno. Es lo que necesita el planeta (y la sociedad): vivir con valores que nos lleven hacia un futuro equilibrado para el que todavía estamos a tiempo, aunque ya no quede tanto.

 

Federico Velázquez de Castro González, presidente de la Asociación Española de Educación Ambiental