Por Anthony Gooch, Director de Asuntos Públicos y Comunicación de la OCDE
La digitalización se ha descrito como una ‘globalización en esteroides’, dados los cambios notablemente rápidos y transformadores que han tenido lugar en una sola generación. Una mayor disponibilidad en el acceso a Internet y las nuevas aplicaciones de las tecnologías digitales, tales como el Internet de las Cosas (IoT), el análisis de macrodatos y la Inteligencia Artificial (IA), están cambiando espectacularmente el modo en el que la gente interactúa, vive, trabaja o pasa su tiempo libre.
Esta transformación es apasionante y desafiante, pero también compleja. Está creando tanto oportunidades como riesgos y poniendo a prueba el bienestar social de una forma nunca antes vista.
Las desigualdades en el acceso y en el uso de las tecnologías digitales por edad, género, educación y otros indicadores socioeconómicos implican que determinados grupos están mejor posicionados que otros para aprovechar los beneficios de las tecnologías digitales, particularmente en términos de oportunidades de empleo y ganancias. En los países de la OCDE, casi el 30% de las personas entre 55 y 65 años carecen de experiencia informática o han suspendido pruebas que valoran las competencias básicas en tecnologías de información y comunicación (ICT)[1].
Impacto tecnológico y desigualdad
En tanto que se crean empleos en nuevos sectores tecnológicos, otros corren el riesgo de desaparecer por la automatización. Un análisis de la OCDE ha estimado que alrededor de un 14% de los empleos en los países de la OCDE están en riesgo de automatización, mientras que otro 32% de ellos podría experimentar cambios significativos[2].
El impacto de la automatización tendrá consecuencias desiguales dentro de los países, ampliando las desigualdades en las condiciones de empleo entre regiones. Por ejemplo, entre las regiones de mejor y peor desempeño en Canadá, la cuota diferencial es de apenas 1 punto porcentual, llegando a 12 puntos porcentuales en España[3].
Además, las personas que ocupan los puestos de trabajo con mayor riesgo de automatización tienden a ser trabajadores de cualificación más baja, que suelen tener menor acceso a la formación. En la OCDE, sólo dos de cada cinco adultos participan en educación y formación en un año determinado.
Los más desfavorecidos son los que tienen menos probabilidades de formarse: los adultos poco cualificados tienen tres veces menos probabilidades de participar en cursos de formación que aquellos con una alta cualificación (20% vs 58%)[4].
Plataformas y precarización
La digitalización de la economía, particularmente las plataformas en línea y su papel en la creación de puestos de trabajo ‘gig’, ha contribuido a formas precarias de trabajo por cuenta propia con escasa o nula cobertura de seguridad social. Y mientras que las tasas de empleo han mejorado o se han mantenido estables en prácticamente el 70% de los países de la OCDE, la inseguridad del mercado laboral ha empeorado en alrededor del 80% de los mismos.
Debemos también considerar los diferentes efectos que la transformación digital tiene entre hombres y mujeres. Investigaciones de la OCDE muestran que las mujeres realizan un mayor uso de Internet en lo relacionado con cuestiones de salud, búsqueda de trabajo y uso de las redes sociales. Las mujeres obtienen mayor rentabilidad en el mercado laboral por sus capacidades tecnológicas. Por otro lado, más mujeres que hombres manifiestan su incapacidad para utilizar servicios de e-gobierno y son menos las mujeres que teletrabajan. De manera similar, son menos propensas a utilizar Internet para comprar o vender productos o servicios, o para expresar sus opiniones políticas. Además, las mujeres son mucho más propensas que los hombres a sufrir acoso online[5].
Para hacer frente a todos estos retos, la OCDE insta a los responsables políticos a que actúen ahora. Porque el futuro del trabajo está ocurriendo hoy y tenemos que ponernos al día. Necesitamos hacer que nuestras escuelas y programas formativos, nuestros lugares de trabajo y condiciones laborales, nuestra protección social cuando estamos enfermos, sin trabajo o jubilados sean idóneos en el futuro del trabajo actual.
Los programas de formación y de reciclaje laboral deben enfocarse a aquellos empleos que tienen un elevado riesgo de automatización, como puedan ser los ayudantes en la preparación de alimentos o los transportistas, entre otros. Es vital que los países refuercen y adapten sus sistemas de protección social para responder a las necesidades del creciente número de personas involucradas en formas de trabajo atípicas. Los datos de la OCDE también refuerzan la importancia de dar respuestas adaptadas localmente en todas las áreas de políticas públicas implicadas. Las políticas nacionales deben alinearse con las acciones de los gobiernos regionales y locales si los países quieren promover la automatización y la digitalización para mejorar la productividad sin sacrificar la inclusión.
Este no es un reto que cualquier gobierno, institución, empresa o individuo pueda afrontar solo. Tenemos que trabajar unidos y dar cabida a todas las voces en el debate.
En la OCDE, sabemos que debemos responder a las necesidades de las personas, fortalecer las voces de los trabajadores, y por ello creemos que la mejor manera de lograrlo es a través de la escucha humilde.
Soy el Futuro del Trabajo
La OCDE ha lanzado recientemente la campaña ‘I am the Future of Work’ (Soy el Futuro del Trabajo) complementando nuestros datos y análisis con relatos centrados en los individuos y la participación ciudadana. La campaña se centra en cuatro dimensiones:
- Digitalización: ¿Cómo puede la tecnología dar forma al futuro del trabajo de una manera positiva?
- Calidad de los empleos: ¿Cómo podemos asegurar que la calidad de los empleos se mantenga como una prioridad?
- Competencias y aprendizaje: ¿Cómo mantenemos la pertinencia de las competencias y el aprendizaje en el cambiante mundo laboral?
- Protección Social: ¿Cómo podemos mejorar la protección social de modo que todos puedan beneficiarse?
A través de esta campaña, pretendemos aumentar la sensibilización sobre las acciones que deben tomarse para asegurar que las transformaciones en el mundo del trabajo no dejen a nadie atrás. Para ello, tenemos que construir conversaciones entre sectores y países, trabajando unidos para abordar las cuestiones más difíciles y encontrar soluciones. Es necesario que nos ayudéis en este desafío. El trabajo que se realiza en la Unión Mundial de las Profesiones Liberales (UMPL), así como en Unión Profesional, es extremadamente importante. No solo para compartir experiencias y coordinar, sino también para identificar y fomentar buenas prácticas: un trabajo valioso para el mundo en el que vivimos hoy y el futuro que queremos para el mañana. Os invitamos a visitar nuestra web de la campaña y a participar en ella. Porque ‘Soy el Futuro del Trabajo’ es acerca de todos nosotros. Contadnos qué os importa y por qué. Compartid vuestras experiencias, ideas y sugerencias. Juntos podemos construir un futuro que funcione.