La formación en competencias digitales, una palanca para el crecimiento económico y el bienestar social

Análisis enfocado a la formación adquirida a lo largo de la vida, y la idoneidad de orientarla a las competencias digitales.

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Cumplido el primer cuarto del siglo XXI, la formación que se adquiere a lo largo de la vida sigue siendo un factor crítico a nivel micro para explicar la trayectoria laboral al influir en las oportunidades de ascenso, la empleabilidad y la capacidad de emprendimiento, y que a nivel macro guarda relación con la productividad, la innovación y el bienestar en una economía.

De manera integral, nos referimos al concepto de capital humano, que podemos definir como el conjunto de habilidades, conocimientos, experiencia y salud de las personas. Un activo determinante cuya rentabilidad se puede calcular y que genera externalidades positivas en la esfera social. Los pioneros en este campo se remontan a los años 60 del siglo pasado, cuando Theodore Schultz sostuvo que la educación era una inversión, Jacob Mincer definió la relación entre la formación y los ingresos a través de su ecuación, y Gary Becker sistematizó la teoría del capital humano al demostrar que la formación genera rendimientos comparables al capital físico. 

Numerosos estudios han analizado este asunto en las últimas décadas. Sin ir más lejos, recientemente, el Banco de España (BdE)1 señalaba que la rentabilidad de la educación terciaria respecto a la secundaria (medida como una tasa interna de rentabilidad que relaciona la prima salarial obtenida por formarse frente a los costes e ingresos laborales perdidos en los años de estudio), superaba el 10% y rondaba el 20% en Francia y Alemania. Con todo, desde el consenso analista, factores como el talento, la motivación o el contexto socioeconómico podrían influir tanto en la escala salarial, como educativa, y no es algo fácil de capturar. 

COMPETENCIAS DIGITALES, VECTOR DE FORMACIÓN

En la actualidad, uno de los vectores de formación que busca potenciarse en el plano internacional es la adquisición de competencias digitales. El Comité Económico y Social Europeo (CESE) señaló en su Dictamen de 20242 que el principal motor del crecimiento económico sostenible son las competencias, en particular, las digitales, ecológicas y transversales y, todo ello, en un escenario en el que están surgiendo nuevos empleos relacionados con la Inteligencia Artificial (IA) que requieren un elevado grado de competencias para los nuevos modelos de negocio. Potenciar esta dirección debería contribuir a reducir la brecha de innovación y productividad que acumula la Unión Europea frente a EE.UU. y China en los últimos años.

El programa de formación de competencias digitales en el ámbito de los colegios profesionales que ha puesto en marcha Unión Profesional (UP) gracias a la subvención directa recibida y cuyo objetivo es formar hasta 80.000 profesionales en la adquisición y mejora de sus competencias digitales es un exponente sustantivo de este vector, enmarcado en el Plan de Recuperación Transformación y Resiliencia. Y, en concreto, por medio de la financiación europea del Instrumento Next Generation EU.

APROXIMACIÓN AL IMPACTO DE LA FORMACIÓN 

Si nos aproximamos a una panorámica de nuestro mercado laboral, las personas con educación superior suponen actualmente más del 47% de la ocupación, el mayor grupo por formación alcanzada, y cinco puntos porcentuales más que hace una década. Además, la retribución bruta media anual en el mercado laboral presenta una brecha del 31% frente a la estimada para el subsector de servicios profesionales que es consistentemente mayor en la serie. Ello sintonizaría con el CESE cuando refiere que las personas que solo tienen educación secundaria superior y educación postsecundaria no terciaria ganan alrededor de un tercio menos que las que cursaron educación terciaria. Por su parte, la tasa de paro en las profesiones roza el 4%, tres veces inferior a la general. Y, otro dato ilustrativo es que este subsector realiza el 30,99% del gasto en I+D empresarial, muestra su perfil innovador. 

En otra línea de estudios actuales es interesante ver cómo las profesiones lideran la adopción de nuevas tecnologías, lo que sería menester de más formación. Según la OCDE3, las actividades profesionales, científicas y técnicas en España presentan un porcentaje de implementación del 41,1% en análisis de big data, por encima de Francia, Alemania e Italia, mientras que en cloud computing, con un 44%, es inferior a Francia y Alemania. Y más en detalle4 sostiene que en los servicios profesionales los avances de la integración son notables en el ámbito jurídico y contable, en el financiero y de seguros y en otros servicios empresariales o de arquitectura e ingeniería. Asimismo, en las actividades de I+D sus resultados son la base de nuevos desarrollos de tecnologías de la IA. 

No obstante, aún queda camino por recorrer. En otra investigación del BdE5, se apunta que las empresas balancean más el uso de la IA hacia la optimización de recursos frente a la innovación. Ello podría sugerir la necesidad de formación para impulsar técnicas más vanguardistas.

IMPACTO DIRECTO Y EXTERNALIDADES

De tal modo, si concebimos las competencias digitales a tenor del marco europeo de referencia DIGCOMP (Digital Competence Framework for Citizens) desarrollado por la Comisión Europea, que menciona el RD 876/2024 de la subvención descrita a UP, las define como: la información y alfabetización digital, la comunicación y colaboración en línea, la creación de contenido digital, la seguridad, y la resolución de problemas. Así, pueden proponerse dos grandes líneas de hipótesis de impacto a explorar. Por un lado, un incremento de la empleabilidad tecnológica y la movilidad laboral por cada profesional formado con la adquisición de una batería de herramientas que les permitiría ofrecer servicios más avanzados, precisos y ágiles.

Y, por otro lado, fruto de lo anterior, en el marco de las externalidades positivas sería esperable que la mayor calidad recibida en los servicios permitiera aumentar el bienestar social, la productividad y la competitividad de la economía, e incluso que la ciberseguridad fuera mayor, dando como resultado una mayor confianza en las instituciones y el ejercicio profesional.


INSTITUCIONES Y FORMACIÓN

Y, precisamente, como es lógico, las instituciones juegan un papel fundamental en el diseño e impartición de la formación. Un cauce que contribuye a encuadrar a estas bajo el concepto de instituciones inclusivas de Acemoglu, Jhonson y Robinson, siempre que promuevan el desarrollo socioeconómico a largo plazo sobre la base de la educación y la igualdad de oportunidades, entre otras facetas. En tal sentido, las corporaciones colegiales que impartirán la formación a los profesionales se erigen idóneas para ello en la medida que conocen de primera mano las necesidades de su colectivo, lo que les permite una mayor eficiencia y precisión para configurar los contenidos específicos y con el enfoque de ejercicio y deontología necesario para su puesta en marcha. En síntesis, una labor que refuerza el ejercicio de sus funciones atribuidas por ley y que redunda en beneficio de las profesiones y la sociedad.

NOTAS

  1. Anghel, Brindusa, y Aitor Lacuesta. (2025). “Los rendimientos salariales de la educación en las cuatro mayores economías europeas”. Boletín Económico – Banco de España, 2025/T1, 03. ↩︎
  2. Comité Económico y Social Europeo. (2024). Dictamen sobre «El impacto de la educación en los salarios y la productividad laboral» (DOUE C/2024/872, 6 de febrero de 2024). Diario Oficial de la Unión Europea. ↩︎
  3. OECD. (2024). OECD Digital Economy Outlook 2024 (Volume 2): Strengthening Connectivity, Innovation and Trust. OECD Publishing. ↩︎
  4. Calvino, Flavio, Hélène Dernis, Lea Samek, y Antonio Ughi. A Sectoral Taxonomy of AI Intensity. OECD Artificial Intelligence Papers No. 30. Paris: OECD Publishing, 2024. ↩︎
  5. Fernández Cerezo, Alejandro, Ignacio Hidalgo y Mario Izquierdo. (2025). “La adopción de la inteligencia artificial en las empresas españolas: un primer análisis basado en la EBAE”. Boletín Económico – Banco de España, 2025/T2, 06. ↩︎

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