La soledad no deseada es un problema multidimensional que afecta a personas con edades y realidades diferentes. Aunque son muchos los factores que intervienen en su aparición, su origen está relacionado con la discordancia entre las relaciones sociales que mantiene una persona y las que desearía tener, o la percepción de que estas relaciones no son de la calidad. Esto genera un impacto negativo en la salud y el bienestar de la persona en cuestión, a la vez que supone una serie de costes sociales y económicos muy importantes para los estados. La solución a esta problemática requiere de una visión multidisciplinar e integradora, que implique a empresas, administraciones públicas y a la ciudadanía.
En este contexto, el Observatorio SoledadES de la Fundación ONCE presentaba el pasado 13 de junio un decálogo con «diez claves fundamentales para impulsar políticas públicas que respondan de forma eficaz al fenómeno de la soledad no deseada». El documento nace en el seno del Grupo de Trabajo de Políticas Públicas en el que Unión Profesional participa y del que es parte de su Comité Consultivo. El decálogo ofrece respuesta a la demanda de una gran parte de la sociedad, sobre la importancia de incorporar la soledad no deseada entre las prioridades de las administraciones públicas.
Sus diez máximas son:
- Incluir la perspectiva de la soledad en acciones y programas
- Adoptar un enfoque transversal
- Desarrollar acciones a nivel individual y comunitario
- Fomentar el enfoque comunitario
- Probar soluciones innovadoras, monitoreando y evaluando los resultados
- Trabajar de manera colaborativa con todos los actores
- Capacitar y sensibilizar a toda la sociedad
- Priorizar acciones preventivas
- Mejorar el conocimiento, seguimiento y evaluación de esta cuestión
- Adaptar las políticas a distintos contextos y grupos
El documento parte de los resultados obtenidos en el Barómetro de la soledad no deseada en España (2024), elaborado por el Observatorio SoledadES, que ponen de manifiesto un panorama desolador: una de cada cinco personas se siente sola en nuestro país y un 13,5% de la población sufre soledad crónica. Asimismo, el decálogo también cita al Estudio el coste de la soledad no deseada en España 2021, que estimó que la soledad no deseada suponía el 1,17% del PIB. Sentirse solo, aumenta la demanda de recursos públicos, a través del consumo de medicamentos, los servicios de salud o de atención social. Cambiar este panorama pasa por informar, desestigmatizar e impulsar una cultura de conexión social. En esta tarea de sensibilización, el decálogo destaca la importancia de formar a los profesionales para prevenir, identificar y abordar la soledad. También, se hace alusión a la posibilidad de desarrollar perfiles profesionales innovadores que actúen como «tejedores o conectores comunitarios», orientados a fortalecer los vínculos comunitarios. Entre las acciones a desempeñar por las administraciones, destaca el fomento de redes de intercambio entre profesionales, a fin de compartir experiencias y buenas prácticas que puedan servir para paliar la soledad no deseada.
UNA PERSPECTIVA INTEGRAL
Dada la complejidad que alberga este fenómeno, el decálogo aboga por la adopción de un enfoque individual y comunitario. De esta manera, se apuesta por medidas personalizadas que ayuden a prevenir o, llegado el caso, paliar este sentimiento, a través de programas de acompañamiento, mientras que a nivel comunitario se contemplen acciones que creen o refuercen los vínculos, como puede ser a través de redes de apoyo vecinal, siendo muy importantes las políticas de diseño urbano. Fomentar el sentido de pertenencia a la comunidad sería fundamental a la hora de evitar el sentimiento de soledad.
Las políticas públicas deben, por tanto, contemplar la edad y el ciclo de vida, el contexto geográfico o la perspectiva de género, prestando especial atención a los grupos vulnerables y poniendo todos los recursos posibles para evitar que las personas sufran soledad institucional. Para ello, es preciso que las administraciones públicas practiquen la escucha activa y cuenten con un plan estratégico, que incluya un enfoque transversal, además de un sistema de evaluación que mida el impacto de las medidas, creando a su vez grupos de trabajo interdepartamentales que trabajen coordinadamente y se adapten ciertas normativas que favorezcan la conexión social. En definitiva, se trata de adoptar un enfoque preventivo para evitar que en cualquier caso la soledad no deseada pase a convertirse en un problema crónico.
