En el Anuario Corresponsables
El análisis de la economía española conduce a una reflexión particular cuando contemplamos el subsector de los servicios profesionales. Esto es, aquel ejercido por las profesiones colegiadas pertenecientes a los ámbitos: jurídico, sanitario, económico, científico, social, de la arquitectura y la ingeniería, que a su vez están ordenadas y controladas desde de las organizaciones colegiales a nivel nacional, y que se agrupan, en último término, en Unión Profesional.
Como muestra del peso específico y potencial del subsector de los servicios profesionales, es preciso referir que genera más del 10% del PIB, ocupa a casi el 10% del empleo entre directo e indirecto, representa el 16% del tejido empresarial y el 17% de la inversión en innovación tecnológica. Por tanto, estamos frente a uno de los motores principales de nuestra economía que se distingue por rasgos característicos como se describe a continuación.
LAS EMPRESAS DE ACTIVIDADES PROFESIONALES REPRESENTAN EL 16% DEL TOTAL
Uno de los planos donde se mide la influencia de un área económica es el tejido empresarial; en el cual, las profesiones han mostrado un mejor comportamiento, en general, que el conjunto de los sectores económicos en los últimos años. Así, España cuenta actualmente con más de 512.000 empresas cuya actividad principal son las profesiones, lo que supone un 16% del agregado empresarial según el Directorio Central de Empresas (DIRCE) que publica el Instituto Nacional de Estadística (INE). Un porcentaje superior al 15,3% que protagonizaban en el año 2008, y que toma mayor consideración cuando el número total de empresas en España ha caído un 6,9% desde entonces, mientras que el volumen de empresas dedicadas a profesiones solo se ha reducido un 1,8%. No obstante, en relación al 2014, se apunta que el número de sociedades de actividades profesionales ha aumentado un 3,6% frente al 2,2% del censo empresarial. Dato positivo que vuelve a evidenciar la capacidad de las profesiones para ser un sector motriz de la economía.
Más en detalle, al detenernos sobre las formas jurídicas, los profesionales se decantan mayoritariamente en un 63,1% por la figura de empresario individual y el 29,8% por conformar una sociedad de responsabilidad limitada. En cuanto al tamaño de las empresas, el 97,4% de las que tiene por objeto una profesión, son microempresas, es decir, hablamos de pequeños despachos. Proporción similar aunque superior al 95,8% del total del tejido empresarial en España que cuenta con menos de 10 trabajadores.
UN TERCIO DE LOS NUEVOS AUTÓNOMOS EN EL ÚLTIMO AÑO SON PROFESIONALES
Las categorías de actividades profesionales, científicas y técnicas, junto con las actividades sanitarias y de servicios sociales son capitales cuando se examina la evolución del empleo autónomo de acuerdo a los datos de afiliación que publica mensualmente el Ministerio de Empleo y Seguridad Social. De este modo, además de suponer más de un 11% del total de autónomos en España; en el último año, 1 de cada 3 nuevas altas de afiliación al Régimen Especial deTrabajadores Autónomos (RETA) han sido realizadas por más de 15.000 profesionales con un crecimiento anual alrededor del 4,5%, superior al 1,5% de avance que registra el RETA. De ello se desprende el espíritu emprendedor de los profesionales que aún así, requieren un marco de financiación más favorable en la medida que generan también un volumen significativo de empleo vinculado.
La base de este buen desempeño económico de las profesiones no es casual, sino que responde a una cadena lógica de funcionamiento: la especial sensibilidad de la sociedad en servicios donde se pone en juego la seguridad física y jurídica exige de los profesionales un alto grado de especialización y responsabilidad, que las organizaciones colegiales aseguran y promueven con el control deontológico que llevan a cabo.
Este marco favorece un ejercicio profesional sujeto a criterios de eficiencia respecto a la mejor combinación de medios y recursos disponibles cuando se presta el servicio; y también fomenta una productividad sostenible en la asunción del volumen óptimo de servicios prestados por cada profesional con el fin de mantener el nivel de calidad necesario. Elementos que cobran especial relevancia si tenemos en cuenta que la teoría económica denomina a los servicios profesionales como credence good, es decir, bienes de confianza, donde el cliente o paciente no puede evaluar con precisión el nivel de calidad obtenido ex ante, durante, ni ex post de la prestación del servicio.
En este sentido, una vez visto todo este conjunto de datos y factores, se deduce que la actuación profesional correcta y controlada mantiene y otorga valor a los bienes y derechos de los ciudadanos y, por ende, proporciona fundamentalmente un alto valor añadido social que no se puede obviar.
Texto publicado en el Anuario Corresponsables, cuyo fragmento puede leerse en la publicación online y en su totalidad en formato artículo.